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jueves, 22 de agosto de 2019

Ojo de pez


Ver la lluvia caer
desde el ojo de un pez
bajo el agua.
Escuchar,
el rumor de las gotas
sobre el espejo del lago,
su agónico grito
cuando se acaban por disolver.
Mirar,
desde el ojo de un pez
la existencia misma,
y creer que el universo todo es de agua,
y de agua es el dios que lo ilumina,
ese escudo de luz que siempre asoma
al mediodía.
Si toda su existencia es bajo el agua
¿cómo puede el pez saber
que hay más arriba?


Lo mismo el hombre
como el ojo de un pez,
desde su propio ombligo
ve la vida.
Por Valeria Gorlero

sábado, 25 de mayo de 2019

Oda al lápiz

De mis primeros trazos, el actor necesario esos que para mí eran obra de arte y para el resto garabatos. Te supiste camuflar según quién te tuviera entre sus manos. Sos chato y colorado para el viejo carpintero, que en su oreja te coloca para agarrarte ligero. Algunas veces camaleón, y te volves claro y duro sin que nadie lo note, Pero la B te transforma en un negro más que blando, cuando te usa el artista en sus bocetos de sangre. Te disfrazas de colores y vas pintando la vida, haces cielos luminosos aunque afuera haya llovido. Nunca manchaste mi ropa como tantas lapiceras y si un error me mandaba, te bancabas el exilio al que yo te sometía, frotándote con firmeza, con una miga de pan que hallaba sobre la mesa. Pasa el tiempo y yo acorto tu vida con un arma de dos filos, y respiras blando casi sin quejarte, (aunque quedes pequeñito y gris), escribís frases aún sobre las hojas vacías, con la esperanza, que tu carbón se convierta en poesía.

Por Fabian Capponi

miércoles, 3 de octubre de 2018

Pesadez


Esta pesadez,
este desgano,este mal humor repentino,
¿de dónde sale,
para que vino?
Observo en mi jardín a los rosales,
sus primeros capullos por abrirse,
asaltados por hormigas enfiladas
que cercenan su piel, beben su savia.
Pedazo por pedazo van sus hojas
desprendiéndose mudas de la rama,
y me parece oírlo retorcerse
queriendo sacudirse
y quejarse
sin que nadie lo escuche.

Por el suelo
su promesa de flores amarillas
languidece sin abrirse, pero él
sigue de pie
y sobrevive.

De seguro mañana,
me prometo,
detendré su martirio,
porque hoy,
esta pesadez, este desgano,
me impide hacer de dios de los rosales,
ya que mis manos
se parecen bastante a esos capullos
rodando por los pastizales.

La atmósfera respira aire caliente.
El cielo se oscurece poco a poco;
Suspiro y el aire se detiene,
se presagia en el viento,
intensamente,
la esperada lluvia que se viene.

por Valeria Gorlero

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