De mis primeros trazos,
el actor necesario
esos que para mí
eran obra de arte
y para el resto
garabatos.
Te supiste camuflar
según quién te tuviera
entre sus manos.
Sos chato y colorado
para el viejo carpintero,
que en su oreja te coloca
para agarrarte ligero.
Algunas veces camaleón,
y te volves claro y duro
sin que nadie lo note,
Pero la B te transforma
en un negro más que blando,
cuando te usa el artista
en sus bocetos de sangre.
Te disfrazas de colores
y vas pintando la vida,
haces cielos luminosos
aunque afuera haya llovido.
Nunca manchaste mi ropa
como tantas lapiceras
y si un error
me mandaba,
te bancabas el exilio
al que yo te sometía,
frotándote con firmeza,
con una miga de pan
que hallaba
sobre la mesa.
Pasa el tiempo
y yo acorto tu vida
con un arma de dos filos,
y respiras blando
casi sin quejarte,
(aunque quedes pequeñito y gris),
escribís frases aún
sobre las hojas vacías,
con la esperanza,
que tu carbón
se convierta en poesía.
Por Fabian Capponi
No hay comentarios:
Publicar un comentario