lunes, 15 de marzo de 2021

Es el eco lo que duele, no el silencio

Cuánto tiempo, ¿no? 8 años Nicolás, ni yo me lo creo, hace dos hijxs que no hablamos, ¡dos! Cuánta vida en esos años.

De mis hijxs prefiero no hablar ahora, basta con decir que los amo, punto. Esta carta es otra cosa Nicolás, es el escape a la rutina, la nostalgia que me pinta pensarme hace 8 años, acordarme de La Paz, del teatro, de nosotros, de esas cuántas ¿4, 5, 6? semanas que pasamos panza arriba viendo el cielo en la Abaroa ¿ era eso la libertad Nicolás? eso y comer heladitos frente a la misma plaza? 

A veces sueño, bueno siempre, pero desde que soy madre recuerdo poco los detalles, quizás porque me despierto de golpe y mato así cualquier intento. pero el otro día te soñé y pude recordar todo.

Estábamos en la Sagárnaga, tenías un sombrero de copa muy alto, bastante ridículo, yo con un vestidito de playa en pleno invierno en La Paz. Caminábamos como siempre (porque hace 8 años eso era siempre) agarrados de la mano, agarrados del culo o de la espalda. La misma calle estrecha, el olor a cuero, madera, a leyenda. Las 'cases' saludando como era costumbre, desde sus puestitos felices con el sol en la sonrisa y todos los colores del carnaval.
'Jallalla' gritaban las guaguas, con sus cachetes chamuscados. 
'jallalla' respondíamos cagados de frío y de risa. Seguíamos caminando: la calle ahora más estrecha y cada vez más larga se fue quedando sin cases, sin guaguas y sin colores.  De pronto tú te sacaste el sombrero y yo me cubrí el vestido. Seguimos así: la calle ahora un laberinto, estrecho como un fideo, me doy la vuelta y no te encuentro, tengo la mano fría, un silencio sepulcral me recorre el cuerpo.
Quedé ahí, quieta, la calle huele a formol y a azúcar. Ahogada, con la lengua en la garganta.
Bolivia es el mar, Nicolás. Bolivia es el mar. 

Por Cata
PH: Cata

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